Wednesday, March 04, 2009

Abuelidad

Abuelidad es un concepto acuñado por la médica argentina Paulina Redler en 1980 para denominar a la relación y función del abuelo con respecto al nieto, y los efectos psicológicos del vínculo.
El término se asocia con su equivalente "paternidad", para describir el vínculo y función del padre con su hijo. En idioma inglés, el concepto puede traducirse como "grandparenthood", "grandmotherhood" y "grandfatherhood" (estos dos últimos respectivamente para abuela y abuelo), y se utiliza desde el siglo XIX. Para significar lo mismo, en la lengua francesa se ha introducido desde la década del 90, el concepto "grandparentalité" o "grand-parentalité".


Origen de la noción de abuelidad

La noción de "abuelidad" y principalmente, la precisión del vínculo y la importancia social de las relaciones entre abuelos y nietos, es un fenómeno relativamente reciente, ligado al desarrollo de la gerontología y los derechos de los ancianos, así como al fenómeno de alargamiento de la vida humana y de la noción de "tercera edad".

Función

El rol de la abuelitud se vincula con "la función de la transmisión del conocimiento generacional, del pasado, los orígenes", a la vez que, al mantener una relación con los nietos menos tensada por las relaciones de autoridad que éstos mantienen con sus padres, los abuelos están en mejores condiciones de "escuchar, comprender y sostener a sus nietos en ocasiones que sus padres no pueden hacerlo..." Juegan de este modo un papel esencial en el proceso de "transmisión intergeneracional", proceso ligado estrechamente al de la construcción de la identidad.
La trasmisión intergeneracional es fundamental para poder historizar, crear un relato conjetural, una relación causal de acontecimientos y recuerdos que permiten al sujeto construir su trayecto identificatorio, situándolo en el transcurrir temporal (Aulagnier, 1992)
Psicología del envejecimiento
La Dra. Redler ha destacado y analizado la importante significación psicológica de la abuelitud, definiéndola como una fase del desarrollo de un individuo, caracterizado por el efecto que en su organización psíquica resulta de "tener un nieto y ser y amarse a través de los nietos". El momento, habitualmente coincide con una etapa de la trayectoria de vida en la que se producen importantes pérdidas (viudez, jubilación, enfermedades, etc.) que obligan a una reorganización psíquica y relacional. De este modo, la abuelitud se conforma como una oportunidad para ello.
La abuelidad ha sido analizada a partir de sus aspectos narcisistas y edípicos. En el primer aspecto, el nieto es una expresión de inmortalidad, a la vez que una evidencia no dolorosa de la muerte inevitable. Desde el aspecto edípico, la abuelitud permite resignificar la relación padre-hijo, a partir de la menor ansiedad y mayor distancia que existe en el vínculo. Kernberg, ha dicho que nietos y abuelos se entienden porque tienen un enemigo común. Pero al mismo tiempo, la abuelitud lleva a una identificación profunda con el hijo.

Tuesday, March 20, 2007

Importancia de la familia

¿Cuál es, en definitiva, el rol de la familia ideal?
La familia ideal es una familia que puede nutrir, y donde todos pueden nutrirse. La familia deseable no se define ni por el número de personas que la forman, ni por la elección sexual de sus miembros, ni por roles fijos que puedan cumplir cada uno de sus integrantes, sino que es deseable cuando los miembros que la integran pueden establecer una relación nutricia y protectora en la que cada uno puede crecer y desarrollarse en cada etapa de la vida según sus potenciales personales.
Las familias deseables no permanecen sin modificarse. Las familias deseables pasan por distintas etapas, momentos y crisis. Las familias deseables tienen conflictos y tratan de confrontarlos y resolverlos mediante vínculos democráticos que incluyen desde el uso de los criterios de autoridad, flexibles y benignos, hasta la búsqueda de consenso entre las partes en conflicto. No es deseable de una familia, que la familia no tenga conflictos. Las familias deseables son familias reales donde nacen, crecen y mueren los seres humanos reales.
Una familia muy normal

¿Son mayoría las familias sanas, o por el contrario lo más común es un alto nivel de conflicto?
La distancia y cercanía con los ideales establecidos, juegan un papel esencial en el bienestar personal. Satisfacción e insatisfacción consigo mismo son el resultado de la comparación entre lo alcanzado y el ideal, construido colectivamente e internalizado como propio.
No nos vivenciamos en una relación directa con nosotros mismos, sino que nos percibimos, comprendemos y evaluamos a través de los esquemas y modelos dominantes en la familia y en la cultura en que nos criamos. Estos modelos organizan patrones de referencia constantes y fijan actitudes, posturas y conductas que deben ser logradas. Los márgenes de variación en el cumplimiento de los ideales se han ido estrechando en los últimos 300 años y en cada estadio, un grupo de personas ha quedado excluido.
Las definiciones de los ideales se hacen cada vez más estrechas no sólo para los individuos sino también para las familias. En un estudio realizado sobre 6.000 familias norteamericanas se concluyó que el 83% sufren trastornos psicopatológicos. Esto significa que sólo el 15% de las familias cumple con las aspiraciones del ideal de salud familiar compartido y especificado para este estudio por los investigadores.
Modelos
Los vínculos familiares y su influencia en el desarrollo del ser humano ha sido y sigue siendo una de las cuestiones de reflexión no sólo para los teóricos, sino para las personas corrientes, que pretenden ser conscientes de los procesos que viven.
¿Podemos hablar hoy de una familia normal, o tipo? ¿Existe un esquema deseable de familia, que pueda servir de modelo?
Hay un modelo de familia típica para cada continente, para cada país, para cada ciudad, para cada barrio, para cada casa, para cada familia.
Es por este motivo que, en realidad, en lo que las personas piensan cuando forman una familia es en las familias ideales, no en las familias tipo.
La construcción de los ideales sociales incluye procesos complejos en los que participan mitos, creencias, resortes de poder, tradiciones y las condiciones objetivas de vida de un pueblo. Una vez constituidos, los ideales tienen cierta persistencia y permiten establecer escalas de preferencias y sustentar privilegios.

Friday, December 15, 2006

La necesidad de un análisis
Cuando se va a ver a un analista es normalmente porque se tiene una dosis de sufrimiento que ya no se puede controlar. Ya no hay acuerdo posible. Ya no se puede negociar lo que se había podido hasta ese momento. La verdad reprimida ya no aparece en los sueños o en un síntoma transitorio, sino que se dice, a medias, a través de limitaciones o inhibiciones, de síntomas inoportunos, de una explosión de angustia o incluso de un delirio.

Thursday, November 09, 2006

FREUD: 150 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Jean Laplanche, traductor al francés de la obra completa de Sigmund Freud y autor del clásico Diccionario de Psicoanálisis, realiza un balance sobre el significado cultural del "descubrimiento" freudiano, al cumplirse hoy 150 años del nacimiento de Freud

En lo que a mí concierne, Freud no es el nombre, enarbolado como un estandarte por los movimientos psicoanalíticos dispersos ni, por el contrario, el individuo cuya biografía apenas me complace, sobre todo si se pretende psicoanalítica. Ante todo, es el Freud que él mismo quiso ser: el de la obra escrita y publicada. Lo que no implica que yo la quiera transformar en un texto sagrado.Es una obra de debates, de replanteos, de certezas pero también de dudas. Un texto escrito en alemán que nos hemos tomado el trabajo de publicar en francés (con todo un equipo: P. Mollet, J. Altounian, F. Robert) en las Obras Completas, tan fieles al alemán como pudimos. La "fidelidad del traductor" es desmentir permanentemente el adagio según el cual "todo traductor es un traidor" y "toda traducción una interpretación". Con semejantes principios, es muy fácil renunciar a traducir verdaderamente.A esto, respondo con una traducción que, lejos de imponer una interpretación, queda abierta a las interpretaciones más variadas, incluso las más ofensivas, de parte del lector. "Hacer honor" a un gran texto no es tapar sino restituir sus contradicciones, sus puntos débiles, sus momentos de duda y hasta sus incoherencias.Sigmund Freud, el pensador, es el que hizo un descubrimiento, y voy a insistir en primer lugar sobre esto. Nos encontramos frente a un investigador de unos treinta y pico de años, dotado de una amplia cultura y de una sólida experiencia científica, movido por un innegable racionalismo positivista y una no menos innegable ambición —por momentos, él mismo se ve como un conquistador, un Cristóbal Colón de la psicopatología— que decide aplicar el método de investigación de su colega y amigo, Joseph Breuer. Un método que consiste en alentar al paciente a que hable "libremente", que deje fluir hasta sus pensamientos más incongruentes.Es el momento en que la aplicación de un simple "método" va a cambiar todo: ya no se trata de aliviar la psicopatología existente gracias a un nuevo instrumento. El método llamado "de asociación libre" se aplica de pronto a un nuevo objeto: lo que Freud llama el Inconsciente. Ciertamente, esa "terra incognita" no puede cartografiarse, como los conquistadores lo hicieron con América, pero se deja inducir, suponer, reconstruir a partir de sus efectos: sueños, ensoñaciones, actos fallidos, lapsus, chistes... Para nombrarla, Freud emplea términos extraños, testigos de su alteridad: el inconsciente actúa en nosotros como un "cuerpo ajeno interior" (uno se imagina una especie de implante colocado por un neurocirujano). El Inconsciente se manifiesta en el neurótico como una reminiscencia, es decir, como un recuerdo que quedaría separado para siempre de su fuente de origen. También está seguro de que el Inconsciente está ligado a nuestra primera infancia y que es indisociable de la sexualidad infantil. Una sexualidad cuyas huellas Freud encuentra en cada caso que analiza, tan diferente de la sexualidad adulta (de la que hoy decimos que es libre), que hasta dudaríamos en emplear el mismo término para designarla. Ese sexual infantil anárquico, polimorfo, que busca más la excitación que la satisfacción, está condenado a una represión (más o menos total) en cada uno de nosotros.En los textos de Freud, encontramos los géneros y los estilos más variados, desde el más elegante y casi novelado, hasta la pesadez del pensador académico formado en la disciplina de las universidades germanas. Pero más allá de esa diversidad, quiero resaltar que desde los años 1880-1890, Freud actúa como llevado por una exigencia que lo habita. No se la impone su propio pensamiento, sino el objeto mismo, como se impone a todo psicoanalista que se constriñe a utilizar el método freudiano.A veces, he empleado la imagen de un alpinista que busca conquistar la cima del Himalaya, casi inaccesible y perdida entre las nubes. Es la búsqueda de la "buena vía", que lo es todo. Aunque también es inevitable que nuestro hombre, eventualmente, emprenda una "falsa vía" que lo haga caer a pique. ¿Hay que volver atrás? ¿Hay que utilizar clavijas? Personalmente, me apasionan esas bifurcaciones decisivas, esos puntos de extravío en la obra freudiana, y me propuse reabrir la discusión sobre lo que se juega en esos momentos: ¿Qué fue de la exigencia que imanta todo el proceso de ese extraño pensamiento? Trato de reintegrar a Freud a su tarea, de hacer trabajar (eventualmente, forzar) su obra trabajando con ella.Citaré un solo ejemplo, un momento decisivo. Juntamente con la publicación de sus primeros casos de análisis (los Estudios sobre la histeria), Freud esboza una teoría particularmente audaz, que pretende explicar nada menos que el origen del inconsciente en la histérica a través de los detalles y avatares de la relación interpersonal compleja entre el niño y el adulto, el que lo abre a la vida, su primer otro, por así decir. Luego, bruscamente, el 21 de setiembre de 1897, haciéndose a sí mismo objeciones inspiradas en la clínica, en la teoría y también en el sentido común (pero ¿qué sentido común vale en el psicoanálisis?), renuncia a esa teoría llamada teoría de la seducción. La mayoría de los historiadores, más bien complacientes, ven allí un anuncio favorable: el inminente nacimiento de la teoría del fantasma y del complejo de Edipo. Pero no ven el aspecto negativo de este cambio repentino: reaparece, en primer plano, una teoría hereditaria sobre los orígenes prehistóricos o filogenéticos del psiquismo humano. Es un camino que lleva, repetidamente a lo largo de la obra, a callejones sin salida que afirman la adquisición y la inscripción genética de escenas supuestamente vividas en la prehistoria y que se transmitirían a través del inconsciente de todo ser humano. Sería el caso de la famosa muerte del padre. Sin embargo, nada prueba que ésta pueda adquirirse durante la prehistoria.Por lo tanto, vale la pena reexaminar a fondo las dificultades de la teoría de la seducción y ver si avances más recientes sobre la comunicación pre-verbal entre el recién nacido y el adulto permitirían ampliar las bases de la teoría hipotéticamente superada.Son muchos los puntos donde la obra de Freud incita a revisiones y a un nuevo trabajo. Sólo recordemos la idea tan controvertida de pulsión de muerte.¿Esta obra vale la pena? ¿Poder suscitar tales debates, no es una prueba de su vitalidad? La obra de Freud, al menos para mí, es el terreno de una infiel fidelidad: en primer lugar, fidelidad de la traducción, donde la única infidelidad que se permite es la discusión, pues sólo se puede discutir un autor que es aprehendido más a fondo de lo que efectivamente dice. Pero también, fidelidad a la exigencia del objeto que desvela nuestra práctica de psicoanalistas: ese objeto que llama insistentemente a nuestra puerta, ese intruso, ese otro en nosotros que siempre designamos con la misma palabra que Freud: el Inconsciente.

Fuente: Revista Ñ

Wednesday, September 27, 2006

La llegada de un hijo

La llegada de un hijo es un acontecimiento maravilloso en la vida de un ser humano. Un momento único que implica cambios en la vida de las personas y dentro del seno familiar.
Pero estos cambios pueden afianzar la unión de la pareja o afectar y romper su equilibrio, al punto de llevarla incluso a la separación.
El hogar, antes territorio de la intimidad de la pareja, pasa a ser compartido por una tercera persona, que inevitablemente altera la cotidianidad vivida.
Siempre el nacimiento de un hijo produce un fuerte impacto en la pareja y una reacomodación de la estructura familiar: los esposos pasan a ser padres, los padres pasan a ser abuelos y los hermanos, tíos
Nacido el bebe, la nueva familia deberá construir otra dinámica donde se asuman al mismo tiempo dos papeles: la pareja conyugal y la pareja parental.
La unión o desunión de una pareja, ante la llegada de un hijo, depende de la interpretación que ésta hace del nuevo hecho en sus vidas. Puede reforzar la unión y darle un nuevo sentido o profundizar los problemas no resueltos. Lo que sí, la llegada de un hijo no va a salvar a la pareja.
La llegada de un hijo implica un antes y un después en la pareja. La unión o desunión está determinada por las condiciones previas en las que esa pareja se encuentre.
A veces se piensa que el hijo desune a la pareja y se lo carga de esa responsabilidad, pero en realidad esas condiciones ya estaban preestablecidas para que eso ocurra.
Los problemas frecuentes
La pérdida de la intimidad frente a la llegada del hijo es uno de los factores más comunes que inciden en la desunión conyugal.
Se puede negar la conyugalidad (romance y sexualidad) en aras de la parentalidad (crianza), pero significará madres sobreprotectoras y padres proveedores económicos aunque ausentes en lo afectivo. La renuncia a la sexualidad empobrece las relaciones familiares y más bien perjudica que beneficia a los hijos.

Muchas veces la cercana relación entre madre e hijo durante las primeras semanas o meses de vida del niño deviene en una exclusión paterna en la conformación de la nueva familia. Cuando comienza el embarazo, la mujer refuerza la relación bebe-mamá. Desde ese momento, ella debe hacer lo necesario para que el padre se sienta incluido y ampliar esa relación exclusiva de dos.
Los celos pueden ser un factor clave en el distanciamiento del hombre frente a la relación madre-hijo. El monto de celos dependerá de su historia, de la seguridad en sí mismo y de su madurez, pero también de la forma en que desarrolle su paternidad. Para superarlos el padre tiene que incluirse como protagonista, y la madre tiene que permitírselo.
Otro aspecto importante que puede determinar la separación conyugal, ocurre cuando la pareja nunca vivió sola, y los cónyuges empezaron a convivir cuando ella queda embarazada. Recién cuando los hijos son grandes y abandonan el hogar la pareja empieza a descubrir el convivir con el otro. El resultado muchas veces es la desunión.
Claves en favor de la unión conyugal.
Realizar desde los primeros meses del embarazo un buen curso de preparación para el parto que incluya al padre. Luego de los primeros meses, recuperar los momentos y rituales de intimidad de la pareja. Y siempre ponerse del mismo lado del cónyuge.
Hay que alentar el diálogo en la pareja para poder sobrellevar las dificultades de criar un hijo. Visualizar al otro y permitirse el encuentro en la intimidad porque lo necesito y me necesita.
Hay que crear un banco de afectos, donde la felicidad no se espere con la llegada de los hijos, sino que los mismos hijos constituyan la felicidad en la pareja.

La familia, antecedentes, descendientes.

El término famulus designa al que sirve. De éste derivara la palabra latina familia, y su derivado familiares, familiar. Familia sufrirá un desarrollo semántico interesante, tanto en latín como en francés. La familia romana es etimológicamente el conjunto de famuli - esclavos sirvientes- unidos a un determinado servicio público o privado. Por extensión, la familia designa a todos aquellos que viven bajo el mismo techo, unidos o no por lazos de sangre: amo, esclavo, niños adultos y hasta los animales domésticos. Este término designa también la morada, las tierras que la rodean y todo lo que es indispensable para la vida de la familia. Dominio donde reina la autoridad del pater familias, unidad doméstica, humana económica, la significación de la familia romana es equivalente a aquella del oikos griego. Sin embargo, este termino tuvo una evolución bien diferente dado que esta en el origen de nuestra economía y sus derivados. Familia se opone al gens latino, derivado de gens, engendrar, que evoca un grupo humano proveniente de un mismo ancestro y que porta el mismo apellido. La familia medieval (s.VIII) está todavía fuertemente marcada por su origen famulus dado que designa una unidad de siervos.
Familia en español, es tomada bastante tardíamente del latín clásico (s. XIV). Se impuso a términos como parentesco
La familia era mucho más estable en otros tiempos. En la Grecia y en la Roma antigua, el Pater no era el Padre de la época cristiana, heredero de Dios Padre. El Pater Romano y Griego era el dueño absoluto de su familia. La familia para este Pater era como un conjunto de esclavos, siendo el único que tenía carácter de sujeto y de ciudadano. Ni a la mujer, ni a los niños se los consideraba como tal.
Cuando se inicia la Edad Media, el cristianismo triunfa a escala imperial, y se universaliza la idea judía del monoteísmo. En ese momento, el Pater es representante del Dios Padre y ya no es, entonces, dueño de su prole.
Se sigue manteniendo la idea patriarcal, pero la protección a la mujer, que sigue siendo inferior que los hijos, empieza a tener sustento. La familia comienza a ser una familia patriarcal.
La modernidad tiene la enorme ventaja de hacer sujetos a todos los miembros de la familia, a la vez que tiende a desdibujar hasta casi cero la necesidad nuclear del Padre.
En las postrimerías del siglo XX, el fenómeno universal de la familia se quiebra. La familia que supone, por un lado una alianza, y por otro una filiación (los hijos), se funda sobre la unión de un ser de sexo masculino y un ser de sexo femenino.
Llegados al siglo XXI. ¿Con qué nos encontramos en la polis y en nuestros gabinetes de consulta?
Por un lado con las nuevas configuraciones familiares: la pareja homosexual y las familias ensambladas, entre otros. Por otro, las estadísticas muestran que un 70% de las consultas familiares se deben a trastornos severos: violencia e indiferencia hacia el otro, adicciones, accidentes graves y problemas con la ley social, infiltrándose lo mortífero en lo cotidiano.
Estas manifestaciones dolorosas y sufrientes están estrechamente relacionadas con la decadencia de la función paterna, en tanto, pater familiae, el padre ausente, el padre humillado, el padre carente, son algunas de esas versiones...
Dicha función es un importante operador fundante y estructurante de la subjetividad, pues ofrece puntos de anclaje al sujeto para que no se extravíe en una errancia sin fin. Función paterna que vehiculiza la ley simbólica, y en tanto la vehiculiza, regula y acota los excesos que se producen en la transgresión a la misma, permitiendo la instalación de una legalidad y el lazo social. Asimismo, al regular los goces, posibilita el acceso al deseo singular de cada quién, para poder crear y vivir una vida digna junto a los otros; donde reine el valor distintivo y pacificador de la palabra.
Función que no sólo compete al varón, sino que la madre, en tanto mujer, es también quien posibilita, o no, que dicha ley opere, señalizando además qué eficacia tiene para ella.

La familia en crisis

La familia es el lugar de contención de los hijos y de transmisión de valores e ideales para el crecimiento armónico de los mismos. Los padres son el lugar de amparo y alojamiento del niño, que advendrá en un adulto responsable, siempre que dicho alojamiento esté facilitado desde el inicio.
La pareja y la familia están en una crisis tal que, más allá de que por supuesto cada caso es individual y que nada responde al movimiento social, habrá muchas y cada vez más consultas de este tipo.
El trabajo analítico con la familia apuntará a recrear los vínculos, sin anular las diferencias, esclareciendo los pactos inconscientes que llevan a lo peor; descoagulando respuestas estereotipadas y pobres, propiciando que el peso de lo grave y oscuro no recaiga sólo sobre alguno de los miembros, intentando situar la particularidad y eficacia de la ley paterna que recae y marca a cada uno de los integrantes de la familia, para relanzar el deseo que vivifica y liga la vida a la vida misma